Un reciente conjunto de documentos internos filtrados de Geedge Networks, una empresa china poco conocida, ha revelado cómo se están comercializando y exportando herramientas de censura digital en todo el mundo. Esta compañía ha desarrollado un sistema que se asemeja a un “Gran Cortafuegos” comercial, que ya está operativo en al menos cuatro países: Kazajistán, Pakistán, Etiopía y Myanmar. Los archivos filtrados muestran en detalle las capacidades de Geedge para monitorear, interceptar y hackear el tráfico de internet. Algunos investigadores han calificado este fenómeno como “autoritarismo digital como servicio”. Sin embargo, es crucial entender que el proceso detrás de esta tecnología no es exclusivo de China, sino que refleja métodos utilizados por empresas en Occidente.
La conexión entre Geedge y la vigilancia occidental
Los documentos también indican que Geedge colabora con instituciones académicas para investigar y desarrollar sus productos, adaptando su estrategia comercial a las necesidades de diferentes clientes. Un ejemplo notable es el contrato que obtuvo en Pakistán, donde reemplazó el equipo de la empresa canadiense Sandvine. Esta dinámica es similar a la que se observa en empresas occidentales que buscan lucrar con tecnologías de vigilancia.
Un hecho relevante ocurrió esta semana con otra filtración de documentos de GoLaxy, otra empresa china que utiliza inteligencia artificial para analizar redes sociales y generar materiales de propaganda. Este documento de 399 páginas, hecho público por investigadores de la Universidad de Vanderbilt, muestra cómo GoLaxy también busca maximizar sus beneficios a través de la recolección de información de fuentes abiertas y la creación de narrativas políticas mediante perfiles de redes sociales sintéticos. La compañía se presenta como “la marca número uno en análisis de datos en China”, atendiendo principalmente a entidades gubernamentales locales y al Partido Comunista Chino.
Comparaciones entre Geedge y GoLaxy
A pesar de sus diferencias operativas, Geedge y GoLaxy tienen similitudes notables. Ambas empresas mantienen estrechas relaciones con la Academia China de Ciencias (CAS) y comercializan sus servicios a agencias gubernamentales chinas que buscan monitorear problemas locales. GoLaxy, por ejemplo, ha asignado objetivos de ventas a sus empleados, intentando asegurar contratos por un valor de 42 millones de RMB (aproximadamente 5.9 millones de dólares) en 2020. Esto demuestra que, a pesar de su cercanía al gobierno, también operan bajo las mismas presiones económicas que cualquier empresa privada.
Las investigaciones indican que, al igual que en Occidente, donde académicos emprenden para monetizar sus investigaciones, muchos investigadores clave en GoLaxy todavía ocupan cargos en la CAS. Esto plantea interrogantes sobre la ética detrás de la comercialización de investigaciones que pueden ser utilizadas para control social.
Implicaciones de las filtraciones para la vigilancia global
Las recientes filtraciones subrayan cómo la industria de vigilancia y propaganda en China es impulsada tanto por fuerzas económicas como por ideologías políticas. Como señala Shazeda Ahmed, investigadora postdoctoral en UCLA, la lógica de mercado parece motivar las ventas de tecnologías de vigilancia, en lugar de un plan maestro para instaurar un régimen autoritario. Esto se refleja en el hecho de que empresas estadounidenses también han participado en el mercado de vigilancia en China, vendiendo tecnologías específicas para monitorear poblaciones minoritarias.
En resumen, la narrativa de que el Gran Cortafuegos y la propaganda china son el resultado de una estrategia unificada del Partido Comunista se complica al considerar estas filtraciones. La censura y la propaganda no solo son esfuerzos políticos, sino también económicos que deben ser comercializados y mantenidos, lo que resalta la intersección entre el control social y la lógica empresarial en un contexto global.
