Desde que Sam Altman, CEO de OpenAI, hizo la analogía entre su empresa y el Imperio Romano, la comparación ha resonado más allá de lo superficial. Así como los romanos se expandieron y construyeron un vasto imperio, los líderes tecnológicos actuales están dispersando una nueva forma de dominio a través de centros de datos de inteligencia artificial. Pero, ¿qué implica realmente esta transformación y hacia dónde nos lleva?
En la actualidad, figuras destacadas como Jensen Huang de Nvidia, Satya Nadella de Microsoft y Larry Ellison de Oracle están convencidos de que el futuro de la economía estadounidense, e incluso global, depende de estos nuevos almacenes de infraestructura tecnológica.
Aunque los centros de datos no son un concepto nuevo, su evolución ha sido notable desde los días de los grandes mainframes hasta la era actual de la nube.
La evolución de los centros de datos
En las primeras etapas de la informática, los mainframes requerían un uso intensivo de energía y estaban alojados en salas controladas climáticamente. Con el auge de internet a finales de los años 90, surgieron enormes edificios en las cercanías de áreas tecnológicas, llenos de equipos destinados a almacenar y procesar datos.
Ya en la década de 2000, la llegada de la nube dio un nuevo giro al concepto de almacenamiento, permitiendo que las empresas externalizaran sus necesidades computacionales a virtualizaciones en vez de depender únicamente de servidores físicos.
Durante este tiempo, las empresas comenzaron a recopilar enormes volúmenes de datos, lo que se conoce como Big Data. Con el tiempo, se prometió que el uso de estos datos transformaría vidas, y de hecho, así lo hizo.
Sin embargo, la llegada de la inteligencia artificial generativa ha planteado nuevos desafíos y exigencias en términos de recursos informáticos, llevando a un renovado interés por construir y expandir los centros de datos.
Requerimientos de energía y recursos
El auge de la inteligencia artificial está demandando recursos computacionales sin precedentes. Los centros de datos modernos no solo requieren un mayor poder de procesamiento, sino que también necesitan chips más rápidos y eficientes.
Fabricantes como Nvidia y AMD están invirtiendo considerablemente en este sector, con Nvidia incluso prometiendo hasta $100 mil millones en asociación con OpenAI, siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones de uso de su tecnología.
Sin embargo, estas inversiones no están exentas de críticas. La creciente demanda de energía para los centros de datos plantea preocupaciones sobre el impacto ambiental. Algunos estudios sugieren que la demanda energética de la inteligencia artificial podría superar incluso la de actividades como la minería de bitcoin en el futuro cercano. Las empresas tecnológicas están buscando maneras de enfriar las potentes máquinas que operan en estos centros, lo que a menudo conlleva el uso de recursos hídricos locales, a veces sin la transparencia necesaria sobre el volumen de agua utilizado.
Impacto en la economía y sociedad
Los acuerdos formados entre gigantes tecnológicos como OpenAI, Microsoft y Oracle están dibujando un nuevo paisaje económico. Este año, un proyecto de supercomputación conocido como Stargate ha cobrado relevancia, con promesas de inversión que alcanzan hasta $500 mil millones en los próximos años. Estos proyectos no solo generan expectativas de creación de empleo, sino que también implican un aumento significativo en la actividad económica en las regiones donde se establecen.
Sin embargo, la pregunta persiste: ¿quién es el verdadero beneficiario de esta explosión en la construcción de centros de datos? Los líderes tecnológicos argumentan que todos nos beneficiamos, desde los usuarios de aplicaciones basadas en inteligencia artificial hasta las empresas que dependen de estos recursos. A medida que la población mundial adopta tecnologías como ChatGPT, el crecimiento de estos centros se siente inevitable. Sin embargo, existen dudas sobre el equilibrio entre la demanda y la sostenibilidad a largo plazo de estos recursos.
Riesgos y consideraciones futuras
A pesar de los argumentos a favor de la expansión de la infraestructura de inteligencia artificial, algunos analistas expresan su preocupación ante la posibilidad de que estemos al borde de una burbuja en este sector. La naturaleza circular de las inversiones plantea interrogantes sobre la viabilidad de los modelos económicos propuestos. ¿Estamos realmente listos para sostener esta demanda creciente de energía y recursos? La historia nos recuerda que incluso los imperios más poderosos pueden caer.
En conclusión, la transformación impulsada por la inteligencia artificial está reconfigurando no solo el sector tecnológico, sino también la economía global. Mientras que los líderes de la industria continúan invirtiendo en esta nueva era, es esencial que se mantenga un equilibrio entre la innovación y la sostenibilidad, para que podamos aprovechar al máximo las oportunidades que nos brinda este nuevo horizonte.

