Kevin Rose, inversor destacado en el ámbito tecnológico, ha desarrollado un método singular para evaluar si un dispositivo de hardware de inteligencia artificial merece su atención y recursos. Su criterio es directo: «Si sientes ganas de golpear a alguien que lo lleva puesto, probablemente debas evitar invertir en ello». Esta observación refleja su experiencia en un mercado que a menudo repite errores del pasado.
Como socio general en True Ventures y pionero en inversiones en marcas como Peloton, Ring y Fitbit, Rose ha decidido no seguir la corriente del actual auge del hardware de IA que inunda Silicon Valley. A diferencia de otros capitalistas de riesgo que se apresuran a financiar las últimas gafas inteligentes o dispositivos portátiles de IA, él adopta un enfoque más reflexivo.
La conexión emocional y la privacidad en la tecnología
Rose ha sido testigo del impacto emocional que ciertos dispositivos de wearables pueden generar. Durante su tiempo en la junta de Oura, una marca líder en anillos inteligentes, comprendió que el éxito de un dispositivo no depende únicamente de su capacidad técnica, sino también de su percepción social. «Como inversor, no solo evalúo la tecnología, sino también las emociones que despierta en los usuarios y en quienes los rodean», declaró Rose en una reciente charla en TechCrunch Disrupt.
Argumenta que muchos dispositivos actuales, siempre activos y escuchando, alteran las normas de privacidad que hemos cultivado en las interacciones humanas, lo que puede resultar perjudicial. Rose también ha probado varios dispositivos de IA, incluyendo el colgante Humane AI, que no cumplió con sus expectativas. Recuerda un conflicto familiar en el que intentó usar datos del dispositivo para ganar una discusión, lo que le llevó a decidir dejar de usarlo. «No se puede ganar una pelea revisando los registros de un pin de IA», comentó.
La superficialidad de algunas funciones de IA
En su análisis, Rose critica la tendencia de incorporar IA en todo sin un propósito claro. Por ejemplo, mencionó aplicaciones fotográficas que permiten borrar elementos del fondo, lo que podría generar confusiones en el futuro. «Tuve un amigo que eliminó una puerta de su jardín para mejorar una imagen. Sus hijos, al ver la foto años después, se preguntarán: ‘¿Dónde está la puerta?'» Esta observación ilustra su preocupación sobre cómo la adopción de IA puede influir en la percepción de la realidad.
Rose compara esta era con los inicios de las redes sociales, donde decisiones aparentemente inofensivas podrían acarrear consecuencias no deseadas. Ha tenido que lidiar con las complejidades de la inteligencia artificial al observar la reacción de sus hijos ante videos generados por herramientas de IA. Al utilizar Sora de OpenAI para crear videos de cachorros, se encontró en una situación incómoda cuando sus hijos preguntaron sobre la disponibilidad de esos animales. Para manejar la situación, les explicó que las imágenes eran solo un tipo de magia cinematográfica.
Oportunidades emergentes en el emprendimiento gracias a la IA
A pesar de sus preocupaciones sobre la IA, Rose se muestra optimista respecto a su potencial transformador en el ámbito emprendedor. Observa que las barreras de entrada para los emprendedores se están reduciendo constantemente. Relata la historia de un colega que, sin experiencia en herramientas de codificación de IA, logró crear y lanzar una aplicación durante un viaje de Los Ángeles a San Francisco. Este mismo proyecto habría requerido considerable más tiempo y esfuerzo hace solo seis meses.
Con la llegada de tecnologías avanzadas, como Gemini 3 de Google, Rose anticipa que los errores en el desarrollo de software serán prácticamente inexistentes. «Las clases de programación en las escuelas secundarias están evolucionando hacia nuevas formas de enseñanza, donde los jóvenes aprenderán a construir negocios multimillonarios desde sus aulas», afirmó con entusiasmo.
La evolución del capital de riesgo en la era de la IA
Este cambio en el panorama emprendedor también está impactando el capital de riesgo. Según Rose, los emprendedores ahora pueden posponer la búsqueda de financiamiento hasta que realmente lo necesiten, lo que cambiará la dinámica del capital de riesgo para mejor. En respuesta a estas tendencias, muchas firmas de capital de riesgo están adaptándose a la demanda de ingenieros, como Sequoia Capital, que ahora cuenta con un equipo técnico tan grande como su personal de inversión.
No obstante, Rose opina que el enfoque debería ser más fundamental. Cree que los emprendedores enfrentan problemas que no son técnicos, sino emocionales. Por ello, los capitalistas de riesgo que demuestren alta inteligencia emocional y que puedan ser socios a largo plazo serán los más valorados. Rose recuerda un consejo de Larry Page: «Un desprecio saludable por lo imposible es crucial». Esto lo lleva a buscar fundadores que se atrevan a pensar en grande, incluso si sus ideas son consideradas absurdas por los demás.


