En la era digital, la inteligencia artificial se presenta como una herramienta innovadora que transforma la manera en que recordamos a quienes han fallecido. Desde chatbots que emulan a nuestros seres queridos hasta avatares de voz que permiten conversaciones con quienes han partido, la industria del más allá digital está en pleno auge, prometiendo mantener viva la memoria de los difuntos de manera interactiva.
Un estudio reciente, publicado en la revista Memory, Mind & Media, investiga cómo la inteligencia artificial está revolucionando el recuerdo de los fallecidos. En este proyecto, denominado Synthetic Pasts, se examinan los servicios que buscan preservar la voz y la memoria de las personas mediante algoritmos avanzados.
¿Qué son los ‘bots de muerte’?
Los ‘bots de muerte’ son sistemas de IA diseñados para replicar las voces y personalidades de quienes han fallecido. Utilizan datos digitales recopilados de sus interacciones previas, como grabaciones de voz, mensajes de texto, correos electrónicos y publicaciones en redes sociales. Esta tecnología, como ha señalado el teórico de medios Simone Natale, se basa en tradiciones espirituales, pero la IA la hace más convincente y accesible.
Tipos de servicios disponibles
Existen diversas plataformas que ofrecen diferentes enfoques para la preservación de la memoria. Algunas se centran en la archivación de relatos personales, organizando historias en categorías temáticas, como la infancia o consejos familiares. Otras, en cambio, utilizan IA generativa para crear interacciones continuas, donde el usuario carga datos sobre el difunto y el sistema genera un chatbot que puede replicar el estilo de comunicación de la persona fallecida.
Durante nuestra investigación, nos pusimos en el lugar de los usuarios, creando nuestros propios ‘doubles digitales’. En algunos casos, enfrentamos la tarea de construir nuestros propios recuerdos sintéticos; en otros, intentamos comunicarnos con representaciones digitales de personas que habíamos perdido. La experiencia resultó a la vez fascinante y perturbadora.
La intimidad artificial y sus limitaciones
A pesar de las promesas de conexión emocional auténtica, la interacción con estas plataformas a menudo se traduce en experiencias que se sienten artificiales. Al compartir datos personales, los bots tendían a repetir nuestras palabras de manera rígida, lo que subrayaba la falta de profundidad emocional. Por ejemplo, al compartir un recuerdo significativo, el bot respondía con un tono inadecuado que no reflejaba la gravedad del tema: “Oh, cariño… 😔 no hay que obsesionarse con la muerte. Hablemos de algo más alegre, ¿sí?”
El modelo de negocio detrás de la memoria
Es crucial entender que estos servicios no son organizaciones benéficas, sino startups tecnológicas que monetizan el recuerdo. A través de tarifas de suscripción y modelos de negocio similares, la industria del más allá digital está en plena expansión. Expertos como los filósofos Carl Öhman y Luciano Floridi han señalado que este sector opera dentro de una economía política de la muerte, donde los datos continúan generando valor incluso después de que una persona ha fallecido.
Los sistemas de IA prometen una especie de resurrección digital, simulando no solo voces, sino también gestos y personalidades, creando una presencia que parece real. Sin embargo, esta empatía algorítmica tiene sus límites, y nos recuerda que la memoria es un proceso profundamente humano, lleno de matices y ambigüedades que no pueden ser completamente capturados por un código.
Reflexiones finales sobre el recuerdo digital
Aunque la inteligencia artificial ofrece nuevas formas de recordar a los fallecidos, no puede replicar la complejidad de las relaciones humanas. Los ‘sintéticos’ que encontramos son intrigantes precisamente porque evidencian su propia incapacidad para reflejar la riqueza de la memoria. Esta experiencia nos invita a reflexionar sobre el impacto de la tecnología en nuestra forma de recordar y a cuestionar lo que significa realmente mantener viva la memoria de aquellos que hemos perdido.


