«`html
La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una de las tecnologías más transformadoras de nuestros tiempos, pero ¿realmente sabemos cómo impactará nuestro futuro? La promesa de la IA sugiere un mundo con abundancia material, pero la realidad que vivimos a menudo nos muestra una profunda desigualdad en la distribución de recursos. Un ejemplo claro se observa en Australia, donde cada año se desperdician alrededor de 7.6 millones de toneladas de alimentos, mientras que uno de cada ocho australianos enfrenta inseguridad alimentaria por la falta de ingresos. Este contraste nos lleva a reflexionar: ¿cómo se gestionará la riqueza que podría generar la IA?
La paradoja de la abundancia y la escasez
La economía se basa en la relación entre nuestros deseos y los recursos limitados que tenemos a disposición. Como dijo el economista Lionel Robbins, la economía estudia cómo se asignan esos recursos escasos a deseos ilimitados. En este escenario, la IA tiene el potencial de resolver problemas complejos y crear abundancia. Pero, ¿a qué precio? La automatización plantea una inquietante pregunta: ¿cómo ganarán dinero las personas si la cantidad de trabajo remunerado disminuye?
La historia nos enseña que la escasez no siempre surge de la falta de recursos; a menudo es producto de un sistema de mercado que, en tiempos de crisis, deja a muchos en la pobreza. La reciente recesión en Australia, provocada por la pandemia, no fue un fallo del mercado, sino una oportunidad para que los gobiernos demostraran su capacidad de implementar cambios que reducen la pobreza. Aumentar los beneficios sociales y eliminar pruebas de actividad resultó en una disminución notable de la inseguridad alimentaria. Esto sugiere que, con políticas adecuadas, podríamos gestionar los efectos de la IA de manera más equitativa.
Propuestas para un ingreso básico universal
En este contexto, el concepto de ingreso básico universal ha cobrado fuerza en el debate sobre cómo manejar la abundancia generada por la IA. Proyectos como el Australian Basic Income Lab sugieren que un ingreso garantizado podría ayudar a las economías de mercado a adaptarse a los cambios tecnológicos. La idea es que este ingreso sea suficiente para cubrir las necesidades básicas de todos, asegurando que los beneficios de la tecnología se distribuyan de manera equitativa.
Sin embargo, es importante definir qué entendemos por ingreso básico universal. Algunos modelos podrían perpetuar desigualdades existentes. Investigadores han señalado que la riqueza generada por los avances tecnológicos debería considerarse un derecho fundamental, similar a cómo vemos los recursos naturales de un país. Estas discusiones sobre ingreso básico no son nuevas; están vinculadas a inquietudes que han surgido en el pasado, como durante la industrialización en Gran Bretaña, donde el crecimiento económico no logró eliminar la pobreza.
Alternativas y el futuro del trabajo
En lugar de resistirse a la IA, hay quienes proponen transformar el sistema social y económico que distribuye sus beneficios. Autores como Aaron Bastani sugieren una visión radical de un ‘comunismo de lujo totalmente automatizado’, donde la tecnología no solo aumente la producción, sino que también ofrezca servicios esenciales de forma gratuita. Este enfoque implica que, en lugar de dar dinero a las personas, se les proporcionen necesidades básicas como salud, educación y transporte.
Es evidente que depender únicamente de la IA para alcanzar un futuro utópico es una ilusión. Ya contamos con el conocimiento y los recursos necesarios para erradicar la pobreza y garantizar la seguridad alimentaria. La clave está en cómo decidimos aplicar y gestionar los beneficios de la tecnología, asegurando que todos, y no solo unos pocos, se beneficien de los avances que se avecinan.
«`