La propuesta de Rainmaker Technology para implementar flares de siembra de nubes mediante drones ha suscitado una fuerte oposición por parte de la Asociación de Pilotos de Aerolíneas (ALPA). Esta organización ha instado a la Administración Federal de Aviación (FAA) a rechazar la solicitud de la empresa, a menos que se cumplan requisitos de seguridad más estrictos. La decisión de la FAA será crucial, ya que definirá la postura del regulador sobre la modificación del clima a través de sistemas aéreos no tripulados en el futuro.
Detalles de la solicitud de Rainmaker
Rainmaker busca una excepción a las normas que prohíben a los drones pequeños transportar materiales peligrosos. La startup presentó su solicitud en julio y, hasta el momento, la FAA no ha emitido un fallo. En cambio, ha solicitado más información, presionando a Rainmaker para que aclare los detalles de sus operaciones y planes de seguridad. En su propuesta, Rainmaker planea utilizar dos tipos de flares en su dron Elijah: uno que se quema en el lugar y otro que es expulsable, para dispersar partículas que estimulan la precipitación.
El dron Elijah tiene una altitud máxima de 15,000 pies sobre el nivel del mar, lo que lo ubica dentro del espacio aéreo controlado donde operan los aviones comerciales. Para volar en este espacio, los drones deben obtener permiso del control de tráfico aéreo. La petición de Rainmaker indica que operará en el espacio aéreo Clase G (no controlado) a menos que se autorice lo contrario. Sin embargo, ALPA ha señalado que la presentación no aclara dónde se llevarían a cabo los vuelos ni a qué altitudes se utilizarían.
Preocupaciones de seguridad y medioambientales
ALPA también ha expresado preocupaciones sobre los flares en sí, citando el riesgo de escombros y cuestiones de seguridad contra incendios. La asociación destaca que la solicitud no incluye modelado de trayectoria para los casings expulsables ni un análisis del impacto ambiental de los agentes químicos utilizados. A pesar de esto, Rainmaker sostiene que las operaciones se realizarán sobre áreas rurales y propiedades de propietarios privados con los que ha establecido relaciones de trabajo cercanas.
La siembra de nubes ya se lleva a cabo en la actualidad, especialmente en el oeste de EE. UU., con aviones tripulados que trabajan en coordinación con agencias estatales. Estas operaciones son comisionadas por estaciones de esquí que buscan mantener la nieve en sus pistas y por distritos de riego que las utilizan para aumentar la acumulación de nieve en invierno, asegurando así el suministro de agua en la primavera.
El futuro de la modificación del clima
La práctica de la siembra de nubes se remonta a la década de 1950. Al rociar pequeñas partículas en ciertas nubes, los científicos descubrieron que podían inducir la precipitación. Comúnmente, las operaciones de siembra de nubes utilizan yoduro de plata por su similitud con la forma de los cristales de hielo. Cuando una partícula de yoduro de plata entra en contacto con gotas de agua superenfriadas, provoca que la gota se congele rápidamente, ya que su temperatura está por debajo del punto de congelación. Una vez que se forma un cristal de hielo, puede crecer rápidamente si las condiciones son favorables.
El enfoque de Rainmaker, al realizar este trabajo con drones en lugar de aviones tripulados, podría resultar más seguro a largo plazo. La compañía asegura que los perfiles de vuelo están estrictamente controlados, supervisados por un piloto remoto y equipos entrenados, en áreas rurales y bajo otras medidas de seguridad. Lo que suceda a continuación dependerá de si la FAA considera que estas mitigaciones son suficientes. Independientemente de la decisión, la respuesta de la agencia probablemente fijará el tono para los nuevos enfoques de siembra de nubes.
