La industria automotriz en Europa atraviesa un intenso debate sobre la prohibición de la venta de vehículos con motores de combustión, programada para 2035. Con el tiempo en contra, los fabricantes de automóviles y sus defensores intensifican esfuerzos para que la Unión Europea (UE) reconsidere esta decisión. La presión aumenta para que se adopte una postura más flexible ante los desafíos del sector.
El 1 de diciembre de 2025, Sigrid de Vries, directora general de la Asociación Europea de Constructores de Automóviles (ACEA), expresó su preocupación sobre la capacidad de la industria para cumplir con los objetivos de electrificación.
Aunque las empresas automotrices están comprometidas con la transición hacia vehículos eléctricos, la falta de infraestructura adecuada y la disminución de matriculaciones en el mercado europeo complican el panorama.
Desafíos en la electrificación del sector automotriz
De Vries destacó que, a pesar de que un cuarto de los vehículos nuevos vendidos a nivel mundial son eléctricos, Europa aún no ha recuperado los niveles de matriculación anteriores a la pandemia.
Actualmente, se estima que faltan alrededor de tres millones de matriculaciones al año en comparación con 2025. Esta caída se debe a factores como la ralentización de la demanda, la inflación en los costos de producción y la creciente competencia global.
Infraestructura y condiciones del mercado
La infraestructura de carga en Europa es insuficiente y se encuentra mal distribuida, lo que constituye un obstáculo importante para la adopción masiva de vehículos eléctricos.
Además, las redes eléctricas requieren modernización y los incentivos para la compra de coches eléctricos varían entre los distintos Estados miembros. Este entorno descoordinado plantea serias dudas sobre la capacidad del sector para alcanzar las metas de reducción de CO₂ para 2030 y 2035.
Demandas de la industria automotriz
Ante estos desafíos, Valeo, un importante proveedor de componentes automotrices, advirtió que la industria está en medio de una “transformación darwiniana”.
Si la UE no actúa, podría haber un recorte significativo de empleos, concentrados principalmente en Europa. Para abordar esta situación, ACEA ha presentado cinco solicitudes clave a la Comisión Europea.
Primero, la industria solicita que se diferencien las regulaciones y plazos para automóviles, furgonetas y vehículos pesados, ya que estos segmentos avanzan hacia cero emisiones a ritmos distintos. En segundo lugar, se pide un marco regulador más flexible y tecnológicamente neutral que contemple soluciones como los híbridos enchufables y el hidrógeno. Tercero, se debe incentivar la demanda a través de políticas que afecten el precio, la fiscalidad y la disponibilidad de infraestructura de carga.
Producción local y simplificación normativa
En cuarto lugar, ACEA enfatiza la importancia del Made in Europe, sugiriendo que cualquier obligación de contenido local debe implementarse de forma gradual. Por último, la solicitud de simplificación normativa es crucial, ya que se prevé que más de cien actos legislativos relacionados con la automoción sean introducidos en los próximos cinco años. Un marco regulador predecible es vital para que la industria pueda adaptarse a los ciclos de producción.
La respuesta del gobierno alemán
En medio de esta crisis, el canciller alemán Friedrich Merz ha instado a la UE a reconsiderar la prohibición de los motores de combustión. En una carta dirigida a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, Merz argumentó que la eliminación gradual de los motores de combustión es impracticable, dado que los fabricantes enfrentan una fuerte competencia de los vehículos eléctricos chinos.
Merz propuso que, después de 2035, se permitan no solo vehículos totalmente eléctricos, sino también aquellos con sistemas híbridos, siempre que las emisiones sean compensadas adecuadamente. Además, se deben considerar tecnologías de transición como los híbridos enchufables y los motores de combustión de alta eficiencia para garantizar una transición suave hacia la movilidad sostenible.
La situación presenta un panorama complejo, donde la presión de los aranceles estadounidenses y la crisis de semiconductores están afectando a la industria automotriz europea. Con la pérdida de miles de empleos y caídas en la producción, el futuro del sector automotriz en Europa dependerá de las decisiones que se tomen en los próximos meses.


