La historia de la inteligencia artificial moderna se remonta, en gran parte, a las inquietudes iniciales de Elon Musk. En la década de, Musk comprendió que la inteligencia artificial estaba en un camino que podría llevarla a convertirse en la tecnología más influyente de la historia. Sin embargo, su preocupación era que, si caía bajo el control de grandes corporaciones motivadas por el lucro, la humanidad podría enfrentar consecuencias desastrosas.
Como inversor temprano en DeepMind, un laboratorio británico pionero en la búsqueda de la inteligencia artificial general, Musk se sintió compelido a actuar cuando Google adquirió la compañía en 2014. Para contrarrestar esta tendencia, ayudó a fundar OpenAI, estableciendo un compromiso de que las decisiones no estarían guiadas por las ganancias de los accionistas.
Avancemos hasta el presente. OpenAI ha crecido exponencialmente, alcanzando un valor estimado de entre 500 mil millones y 750 mil millones de dólares.
Su división con fines de lucro ha evolucionado hacia una corporación de beneficios públicos. Mientras tanto, Musk dirige su propia empresa de inteligencia artificial, xAI. La visión inicial de laboratorios sin fines de lucro liderando el camino parece haber quedado atrás, y hoy nos enfrentamos a una estructura de poder concentrada en unas pocas entidades interconectadas y ávidas de beneficios.
La creación del Blob
El panorama actual es inquietante: un entramado de asociaciones y fusiones que involucran a las principales fuerzas de la inteligencia artificial.
Este complejo, que llamo el Blob, está parcialmente financiado por poderes extranjeros y recibe apoyo del gobierno de Estados Unidos, que parece priorizar la victoria comercial sobre la seguridad pública. La intrincada red de conexiones en este ámbito es tal que un análisis exhaustivo de las mismas requeriría el uso de inteligencia artificial, lo cual es irónico. Para obtener un resumen conciso, recurrí a GPT-5, quien me proporcionó una visión abrumadora de acuerdos, inversiones y colaboraciones que vinculan a gigantes como OpenAI, Oracle, Nvidia y Softbank.
Ejemplo de colaboraciones recientes
Un ejemplo reciente es un acuerdo complicado que involucra a Nvidia, Microsoft y Anthropic. En un comunicado de prensa, Microsoft resumió el trato en tres líneas: “Anthropic escalará Claude en Azure / Anthropic adoptará la arquitectura de NVIDIA / NVIDIA y Microsoft invertirán en Anthropic”. Este tipo de acuerdos ha suscitado críticas debido a su naturaleza circular, donde el dinero fluye entre empresas antes de que un cliente real participe. Microsoft, por ejemplo, está invirtiendo al menos 5 mil millones de dólares en Anthropic, un competidor directo de OpenAI, mientras que Anthropic se compromete a comprar 30 mil millones de dólares en servicios de computación de Azure. Al mismo tiempo, Nvidia también invierte en Anthropic, quien desarrollará su tecnología utilizando sus chips. Este movimiento ha incrementado la valoración de Anthropic a 350 mil millones de dólares, un aumento notable en solo dos meses.
Las repercusiones del monopolio de la IA
La administración actual parece apoyar este tipo de asociaciones en lugar de desmantelarlas. En un contexto donde se manejan cientos de miles de millones de dólares, la administración no se pregunta cómo podría esto perjudicar al público, sino más bien, cómo puede beneficiarse. Esto ha permitido que Nvidia venda chips a China, mientras que Arabia Saudita ha establecido acuerdos para desarrollar su propia versión de un Blob de inteligencia artificial. A medida que estos acuerdos avanzan, las empresas sauditas podrían eventualmente competir con las estadounidenses.
El riesgo de una caída financiera
Un punto crítico a considerar es que, si la burbuja financiera relacionada con la inteligencia artificial estalla, la existencia del Blob podría arrastrar a todos sus componentes. Tal como lo expresó el CEO de Google, Sundar Pichai, “ninguna empresa será inmune, incluida la nuestra”. Aunque no se puede culpar a estas grandes corporaciones por su deseo de asociarse, la búsqueda de la inteligencia artificial a gran escala ha demostrado ser demasiado compleja para ser manejada de manera aislada. Un ejecutivo de un importante ente del sector afirmó que “todos hemos tenido que convertirnos en empresas de infraestructura y construcción” para satisfacer la demanda de recursos computacionales.
Así que, aunque el Blob no se asemeje a un cartel tradicional con prácticas ilegales como la fijación de precios, la competencia entre los creadores de modelos de lenguaje es feroz. Recientemente, Google presentó su modelo Gemini, buscando recuperar terreno en un mercado que evoluciona rápidamente. A medida que estas grandes corporaciones avanzan, el futuro de la inteligencia artificial seguirá siendo un tema de debate y reflexión sobre el poder y la responsabilidad.

