La competencia en los mercados eléctricos se ha presentado como una solución para reducir precios y mejorar la seguridad del suministro. Sin embargo, este enfoque podría basarse en una comprensión errónea de las dinámicas del mercado. Las autoridades, en su afán por ofrecer alivio ante el incremento de los precios de la electricidad, sugieren que aumentar la competencia resolverá el problema de inmediato. Pero la realidad es más compleja y requiere un análisis más profundo.
¿Por qué se percibe la competencia como la solución?
Se argumenta que, si los consumidores pudieran cambiar de proveedor fácilmente, los precios bajarían. Sin embargo, la evidencia muestra que muchos consumidores son reacios a cambiar de minorista, incluso cuando podrían ahorrar sumas significativas anuales. Este comportamiento es visto por los reguladores como un obstáculo a la competencia. En respuesta, se han promovido servicios de comparación de precios y diversas iniciativas para incentivar a los clientes a explorar otras opciones de suministro.
A pesar de estos esfuerzos, los minoristas independientes a menudo se quejan de la dificultad para acceder a la generación eléctrica de empresas más grandes, que combinan la generación y el comercio. Sin acceso a condiciones justas, estas compañías no pueden competir efectivamente. Esto crea un círculo vicioso: si las empresas dedicadas solo a la venta pudieran acceder a la generación, ofrecerían precios más competitivos, pero esto no sucede debido a la estructura actual del mercado.
Identificando el verdadero problema
El error principal es atribuir la falta de competencia a la baja rotación de clientes y las barreras de entrada para los minoristas. En realidad, podría ser lo contrario: hay demasiados obstáculos tanto para los consumidores que desean cambiar como para los nuevos entrantes al mercado. Para que las grandes empresas de generación enfrenten una competencia real, se necesita un mayor número de generadores o alternativas que imiten los beneficios de la combinación de generación y venta.
Separar la generación de la venta podría ser contraproducente si el objetivo es reducir precios y fomentar inversiones. Las empresas generadoras requieren seguridad de ingresos a largo plazo para recuperar sus altos costos de inversión. Sin embargo, los minoristas independientes no pueden ofrecer contratos que brinden esa seguridad, lo que desincentiva a los inversores a comprometerse a largo plazo con ellos.
Propuestas para mejorar la competencia
Una solución viable podría ser restringir que los consumidores cambien de proveedor cuando los precios mayoristas caen por debajo de los niveles de contrato a largo plazo. Esto podría implementarse exigiendo a los clientes minoristas que firmen contratos a largo plazo con sus proveedores, en lugar de permitir cambios flexibles entre empresas. Irónicamente, los sitios de comparación de precios, lejos de ayudar, podrían estar perpetuando el problema.
Además, se podría exigir que los nuevos minoristas cuenten con su propia capacidad de generación o contratos a largo plazo con generadores. Esto facilitaría la entrada de nuevas empresas al mercado, ya que tendrían la seguridad de no enfrentar competencia desleal. Al tener contratos a largo plazo, los minoristas podrían negociar con mayor confianza con los generadores, evitando la incertidumbre actual que impide a estos últimos comprometerse.
En conclusión, es crucial que reguladores y responsables de políticas revisen su enfoque sobre la competencia en el sector eléctrico. En lugar de promover una competencia superficial, es vital fomentar una estructura que permita a generadores y minoristas colaborar de manera efectiva, garantizando un mercado más competitivo y beneficioso para los consumidores.
