En una pequeña pero vibrante tienda en Pekín, dos jóvenes se agachan junto a un exhibidor repleto de diversos Labubu coleccionables. Su anticipación compartida refleja la mía: ¿cuál de estos adorables, aunque algo inquietantes, peluches lograré adquirir? ¿Será el grande, vestido de denim, o quizás una versión más pequeña en forma de llavero, con su vibrante pelaje y ojos expresivos? La emoción es palpable, pero un rápido recordatorio de la dependienta pronto enfría nuestras esperanzas. “Ninguno de estos está disponible en este momento,” nos informa sin mucho más detalle. “Pueden unirse a nuestro grupo de fans y esperar una alerta de reabastecimiento.”
No se trata de un simple peluche; Labubu se ha consolidado como un ícono cultural. Ha hecho apariciones en eventos prestigiosos como la Semana de la Moda de Milán, ha atraído multitudes en el Louvre e incluso ha inspirado presentaciones de íconos pop como Lady Gaga y Madonna. La ferviente devoción por Labubu es tal que ha provocado peleas entre fans en Londres y ha sido adoptado como embajador oficial del turismo en Tailandia. La presencia de Labubus falsificados, conocidos como Lafufus, solo subraya el amplio atractivo de este peluche.
La moneda social de los coleccionables
Para comprender verdaderamente el fenómeno Labubu, es necesario navegar por las complejidades de su fandom. La empresa de juguetes Pop Mart ha cultivado una comunidad de seguidores dedicados, que monitorean religiosamente las actualizaciones en redes sociales y los chats grupales en busca de noticias sobre reabastecimientos. En China, un simple escaneo de un código QR otorga acceso a grupos de WeChat dedicados, como el que yo uní, curiosamente llamado “Grupo de la Primera Tienda Pop Mart de Pekín No. 35.”
Un cálculo rápido revela la magnitud de la competencia: con mi grupo limitado a 200 miembros y al menos 34 grupos más probablemente llenos, más de 7,000 fans compiten por la oportunidad de asegurar un Labubu. En un mundo donde la velocidad es crucial, la carrera por hacer clic en el botón de compra se asemeja a los rápidos aleteos de un colibrí.
Alertas de reabastecimiento frenéticas
A las 10:57 AM un día, un mensaje ilumina el chat, anunciando que un codiciado llavero de peluche rosa, con un precio de 100 RMB (aproximadamente $14), será reabastecido pronto. Cuando llega el momento, el grupo estalla en frustración; solo una persona logra hacerse con él. Un subasta improvisada se desarrolla mientras otros suplican por una oportunidad de comprarlo a precios exorbitantes, alcanzando 900 RMB ($126) en cuestión de momentos. El silencio del ganador solo alimenta el lamento colectivo, resaltando los desafíos de asegurar estos coleccionables a precios minoristas.
Los analistas de mercado han notado que la locura por Labubu ha sorprendido a muchos, incluso a los entusiastas más experimentados de Pop Mart. Amber Zhang, analista de una firma de inteligencia de datos en Pekín, confesó haber reconsiderado su escepticismo respecto al atractivo del juguete. “En este punto, ya no se trata de si creo que es bueno o no,” explica. “Hay un consenso social de que Labubu es un éxito, tanto en China como a nivel global.”
El éxito meteórico de Labubu
Para 2025, Labubu ha contribuido al asombroso crecimiento global de ingresos de Pop Mart, que ha aumentado en más del 200%, llevando la valoración de la compañía a unos impresionantes $46 mil millones. Esta cifra la coloca justo detrás de gigantes del entretenimiento como Disney y Nintendo en la industria de los juguetes, superando las ventas de marcas icónicas como Barbie y Hello Kitty.
A diferencia de las connotaciones estereotipadas de “Hecho en China”, asociadas a falsificaciones baratas, los productos de Pop Mart representan un fenómeno cultural único celebrado en todo el mundo. El éxito de Labubu coincide con una iniciativa más amplia del gobierno chino para mejorar su poder blando y mejorar la percepción global de las marcas chinas.
Exploración personal y comprensión
Este verano, emprendí una búsqueda personal para desentrañar las capas detrás del encanto de Labubu. Mi viaje me llevó a tiendas de Pop Mart en varios países, donde interactué con fans, entrevisté a ejecutivos de la empresa e incluso cené en un café temático de Labubu. Mi curiosidad periodística inicial se transformó gradualmente en una obsesión, mientras acumulaba numerosos Labubus, ansioso por entender la conexión compartida por millones de fans en todo el mundo.
En el corazón de este fenómeno se encuentra Wang Ning, el fundador de Pop Mart, cuyo espíritu emprendedor se cultivó desde joven. Después de abrir la primera tienda Pop Mart en 2010, su visión se centró en crear una marca centrada en personajes coleccionables exclusivos. El concepto de cajas ciegas, donde los compradores son sorprendidos por el contenido, se convirtió en una parte clave de la estrategia de Pop Mart. Este enfoque innovador ha demostrado ser un gran éxito, llevando a colaboraciones con talentosos diseñadores y la creación de personajes queridos como Labubu.
El atractivo duradero de Labubu
No se trata de un simple peluche; Labubu se ha consolidado como un ícono cultural. Ha hecho apariciones en eventos prestigiosos como la Semana de la Moda de Milán, ha atraído multitudes en el Louvre e incluso ha inspirado presentaciones de íconos pop como Lady Gaga y Madonna. La ferviente devoción por Labubu es tal que ha provocado peleas entre fans en Londres y ha sido adoptado como embajador oficial del turismo en Tailandia. La presencia de Labubus falsificados, conocidos como Lafufus, solo subraya el amplio atractivo de este peluche.0