La empresa Flock, reconocida por sus cámaras de lectura automática de matrículas, ha generado un intenso debate sobre privacidad y vigilancia en Estados Unidos. Recientemente, se reveló que la compañía emplea a trabajadores de Upwork para entrenar sus algoritmos de inteligencia artificial. Este hecho plantea serias preocupaciones sobre quién tiene acceso a las grabaciones y el uso que se les da en el contexto de la vigilancia por parte de las fuerzas del orden.
Los sistemas de Flock están ahora integrados en miles de comunidades estadounidenses, siendo utilizados por la policía para investigar delitos como el robo de vehículos. Además, se ha documentado que las autoridades locales han accedido a esta base de datos para llevar a cabo verificaciones relacionadas con la Inmigración y Control de Aduanas (ICE). A medida que la tecnología de vigilancia se vuelve más común, es crucial comprender las implicaciones éticas y legales que conlleva su uso.
El proceso de entrenamiento de la IA de Flock
El entrenamiento de los sistemas de IA de Flock implica la revisión y categorización de imágenes de personas y vehículos en Estados Unidos. Según información de 404 Media, este proceso incluye a trabajadores en el extranjero que realizan tareas como identificar marcas y modelos de vehículos, transcribir matrículas y, en algunos casos, analizar el audio de las grabaciones. La subcontratación de este trabajo se debe, en gran medida, a la reducción de costos laborales.
El impacto de la subcontratación en la privacidad
El modelo de negocio de Flock está diseñado para la vigilancia masiva, lo que implica que las imágenes y datos recopilados pueden ser especialmente sensibles. A diferencia de otras aplicaciones de IA, donde los datos pueden no tener consecuencias directas sobre la vida de las personas, la información recopilada por Flock puede afectar de manera inmediata la privacidad de los ciudadanos estadounidenses.
Esta preocupación se agrava cuando se considera que los trabajadores que revisan estas grabaciones pueden estar ubicados en lugares como las Filipinas, lo que plantea interrogantes sobre la seguridad de la información y la posible explotación de datos sensibles.
Cuestionamientos sobre el acceso y uso de datos
Los datos recopilados por las cámaras de Flock incluyen detalles como el color, la marca y el modelo de los vehículos que pasan, y están disponibles para que las fuerzas del orden las consulten a nivel nacional. Sin embargo, este acceso puede realizarse sin una orden judicial, lo que ha llevado a organizaciones como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y la Fundación Frontera Electrónica (EFF) a demandar a las ciudades que han instalado estas cámaras. Se argumenta que la falta de regulación en el uso de estos datos puede dar lugar a abusos y violaciones de derechos.
La controversia en torno a la detección de audio
Flock ha comenzado a ofrecer una nueva funcionalidad que permite detectar “gritos” a través del audio grabado, lo que podría generar aún más inquietudes sobre la intromisión en la vida privada de las personas. Las directrices para los trabajadores incluyeron instrucciones sobre cómo clasificar estos sonidos, lo que evidencia que la vigilancia no se limita a la captura de imágenes, sino que también se extiende a la interpretación de los sonidos en el entorno. Esta situación podría tener consecuencias graves, especialmente si estos datos se utilizan para hacer suposiciones sobre las acciones de los individuos.
El uso de tecnología de vigilancia como la de Flock, combinado con la subcontratación de trabajo especializado, es un tema que requiere una discusión profunda. La intersección entre tecnología y derechos civiles se encuentra en un punto crítico, y es fundamental que la sociedad tome conciencia de cómo estas herramientas están transformando la privacidad y la seguridad en Estados Unidos.


