Diciamoslo claramente: la sostenibilidad, tal como nos la venden, es a menudo solo una etiqueta que se adhiere a productos que poco tienen que ver con la protección real del medio ambiente. El rey está desnudo, y se los digo yo: muchas empresas, en el intento de parecer ecológicas, solo embellecen su imagen.
De acuerdo con un informe de Greenpeace, el 60% de los productos «sostenibles» ni siquiera cumple con las normas mínimas de sostenibilidad. Y las estadísticas son contundentes: el greenwashing es un fenómeno en auge, con más del 90% de las marcas presentando afirmaciones engañosas sobre su sostenibilidad.
Pero, ¿por qué sucede esto? La realidad es menos políticamente correcta: las empresas están más interesadas en mantener sus beneficios que en proteger el planeta. En un mundo donde los consumidores son cada vez más conscientes, las empresas recurren a estrategias de marketing engañosas, creyendo que cambiar el empaque es suficiente para cambiar la esencia.
El panorama puede resultar inquietante: la sostenibilidad es una ilusión. Es un concepto manipulado para generar ganancias, y quienes se benefician son solo las empresas, no nuestro planeta. Debemos empezar a exigir cuentas a las compañías y dejar de conformarnos con sus promesas vacías.
Invito a todos a un pensamiento crítico: no se dejen engañar por las bellas palabras. Hágalo por ustedes mismos y por nuestro futuro.