¿Te has preguntado alguna vez hasta dónde puede llegar el gobierno de Estados Unidos para impulsar su industria tecnológica? Pues bien, en un movimiento sorprendente, el gobierno estadounidense está planeando adquirir una participación accionaria en Intel, a cambio de las subvenciones que la compañía ya había asegurado bajo la ley CHIPS, impulsada por la administración Biden. Howard Lutnick, secretario de Comercio de EE. UU., comentó recientemente que esta estrategia forma parte de un esfuerzo más amplio para revitalizar la fabricación de chips en el país. “Deberíamos obtener una participación a cambio de nuestro dinero, así que entregaremos el dinero que ya fue comprometido”, afirmó Lutnick.
Detalles de la propuesta del gobierno
La propuesta inicial del gobierno contempla una participación del 10% en Intel. ¿Te imaginas lo que esto podría significar para la compañía? Este acuerdo podría proporcionar a Intel los recursos necesarios para financiar la construcción y mantenimiento de sus fábricas de semiconductores en EE. UU., que requieren miles de millones de dólares en inversiones, a pesar de que la demanda de chips de Intel ha disminuido en los últimos años.
Expertos en la industria de chips, así como miembros de la administración Trump, sostienen que mantener a Intel operativa es crucial para la seguridad nacional de EE. UU., ya que disminuye la dependencia del país respecto a fabricantes de chips extranjeros. Pero, ¿qué opinan otros analistas? Algunos advierten que esta asociación podría generar conflictos de interés y no cumplir con el objetivo de crear una industria de chips sólida en el país.
Stephen Moore, economista y exasesor de la campaña de Trump, expresó: “No es la política adecuada que el gobierno de EE. UU. posea empresas; eso se asemeja al modelo industrial europeo, que no ha tenido mucho éxito aquí”. Además, recordó un programa de inversión estatal de los años 80 que fracasó, lo que alimenta las preocupaciones sobre la viabilidad de la propuesta actual.
Historia de las intervenciones gubernamentales
La intervención del gobierno de EE. UU. en el sector privado no es algo nuevo. Después de la crisis financiera de 2008, se implementaron rescates multimillonarios para evitar el colapso de automotrices y bancos. También, el Departamento de Defensa financió a MP Materials, una empresa estadounidense de imanes de tierras raras, para reducir la dependencia de China.
Moore argumenta que cualquier acuerdo entre el gobierno y la industria privada debe ser temporal, sugiriendo que la meta debería ser desinvertir después de un tiempo específico. Sin embargo, la actual administración ha intensificado las interacciones público-privadas, como en el caso de una asociación con Nippon Steel, donde el gobierno tuvo voz en decisiones corporativas. ¿Estamos ante un nuevo modelo de colaboración o simplemente una estrategia arriesgada?
La situación actual de Intel y sus desafíos
A pesar de haber recibido entre $2.2 mil millones y hasta $7.86 mil millones en subvenciones del CHIPS Act, Intel enfrenta enormes desafíos para cumplir con sus objetivos. La reciente renuncia de su CEO, Pat Gelsinger, quien luchó por revertir la caída de la empresa, ha dejado un vacío de incertidumbre. Su sucesor, Lip-Bu Tan, ha prometido un enfoque más conservador, priorizando compromisos con clientes confirmados y cancelando proyectos en el extranjero.
La situación de Intel es crítica. Su valor de mercado ha caído drásticamente desde sus días de gloria en los años 2000. Aunque ha habido un reciente repunte en el precio de sus acciones gracias a una inversión de Softbank, la compañía necesita asegurar clientes importantes para mejorar su salud financiera a largo plazo.
Con la presión de la administración y las inquietudes sobre su relación con el gobierno, el futuro de Intel y su capacidad para competir en el mercado de semiconductores estadounidense se presenta incierto. La posibilidad de que el gobierno convierta sus subvenciones en participación accionaria plantea serias preguntas sobre el futuro de la industria y el papel que jugará el gobierno en ella. ¿Estamos ante un nuevo capítulo en la historia de la tecnología en Estados Unidos?