Italia está dando pasos firmes hacia el futuro con el desarrollo de vehículos autónomos, un sector que no solo demanda tecnología de punta, sino también un respaldo político sólido. ¿Sabías que más de 60 alcaldes de diversas ciudades italianas se han unido a esta causa? Su objetivo es claro: convertir a Italia en un referente europeo en la movilidad autónoma.
Iniciativa lanzada en Milán
El 14 de julio, en el Centro Cultural Digital MEET de Milán, Pierfrancesco Maran, eurodiputado del Partido Democrático Italiano, presentó la iniciativa “Conducción Autónoma: Italia en Primera Línea”. Este proyecto ha recibido el apoyo de alcaldes de todo el país, incluidos Beppe Sala, alcalde de Milán, y Stefano Lo Russo, alcalde de Turín. La meta es transformar los territorios municipales en auténticos laboratorios al aire libre para probar tecnologías automotrices del futuro.
Esta iniciativa surge de una necesidad urgente. Europa se está quedando atrás en comparación con Estados Unidos y China en la adopción de vehículos autónomos. Mientras Waymo realiza más de 250,000 viajes pagos a la semana en cuatro ciudades estadounidenses, en Europa apenas existen 400 micro-proyectos, y menos de la mitad son de alcance nacional. ¿No es alarmante?
Desafíos a superar
El camino hacia la implementación de la conducción autónoma en Italia no es un paseo. Los alcaldes vislumbran en esta tecnología una solución práctica a problemas urbanos cotidianos, como la logística en el último kilómetro y la reducción del tráfico y la contaminación en los centros urbanos. También buscan extender el derecho a la movilidad a grupos vulnerables, como ancianos, personas con discapacidad y niños. ¿Quién no querría un entorno más accesible?
Sin embargo, la falta de un marco regulatorio adecuado es un obstáculo significativo. El nuevo código de circulación de Italia, aprobado en diciembre de 2024, se centra en nuevas normativas para scooters eléctricos y sanciones severas para conductores ebrios, pero no aborda las necesidades de la movilidad autónoma. Maran ha sido claro al criticar esta situación, advirtiendo que Italia parece estar quedándose atrás, “como los últimos del viejo siglo en lugar de los primeros del nuevo”.
Visiones divergentes sobre el futuro
Durante la conferencia en Milán, se presentaron diferentes perspectivas sobre el futuro de la conducción autónoma en Europa. Giorgio Gori, otro eurodiputado del Partido Democrático, advirtió que Europa podría repetir errores pasados, como en la computación en la nube y la inteligencia artificial, donde ha quedado rezagada debido a la fragmentación regulatoria y la falta de grandes actores corporativos. Gori sugiere que Europa debería centrarse en aplicar tecnologías desarrolladas en otros lugares, en lugar de intentar competir ciegamente con ellas.
Por su parte, Benedetta Scuderi, eurodiputada del partido Europa Verde, hizo un llamado a no ceder ante la supremacía tecnológica de EE. UU. y China. Insistió en identificar nichos estratégicos donde Europa pueda destacar, alineándose con los objetivos de sostenibilidad del continente. Scuderi subrayó la importancia de desarrollar modelos que fomenten el uso compartido de vehículos en lugar de la propiedad privada, contrarrestando así la tendencia estadounidense hacia la propiedad individual de automóviles.
El llamado de los alcaldes italianos representa una apuesta por el futuro de la movilidad en Europa, que debe enfrentar complejas realidades geopolíticas. Cada mes de retraso amplía la brecha con competidores que invierten miles de millones. ¿Está Europa dispuesta a decidir entre la autosuficiencia tecnológica o la integración inteligente de soluciones externas?
Para tener éxito, es esencial que el debate político se traduzca en acciones concretas que involucren inversiones públicas y privadas, simplifiquen las regulaciones y convenzan a la ciudadanía de que la conducción autónoma es una oportunidad y no una amenaza. Los 60 alcaldes que respaldan esta iniciativa demuestran que hay apoyo político para esta tecnología, aunque hay que recordar que Italia cuenta con cerca de 8,000 municipios. Maran concluye que se necesita un salto cuántico, una estrategia europea coordinada que asegure que Europa no sufra pasivamente esta revolución que ya está en marcha.