El ámbito de la ciberseguridad ha sido moldeado por innumerables historias, pero pocas son tan intrigantes como la de Bernardo Quintero. Tras más de tres décadas de trayectoria, Quintero emprendió una búsqueda que no solo lo llevó a descubrir la identidad de un antiguo programador, sino que también transformó a Málaga en un centro tecnológico. Esta es la historia del virus Málaga, un malware que, aunque inofensivo, despertó la pasión de Quintero por la seguridad informática.
Todo comenzó en 1992, cuando Quintero, un estudiante universitario de informática, fue desafiado por su profesor a diseñar un antivirus para un pequeño programa de 2610 bytes que había infectado los ordenadores de la Escuela Politécnica de Málaga. Este reto, en su primer año de estudios, encendió un interés que lo acompañaría a lo largo de su carrera. Sin esa experiencia, su trayectoria podría haber tomado un rumbo completamente diferente.
La búsqueda del creador del virus
En un giro inesperado, Quintero decidió en iniciar una búsqueda para encontrar al autor de aquel virus que había dejado una huella imborrable en su vida. Con nostalgia y gratitud, solicitó ayuda a los medios españoles para amplificar su búsqueda. Regresó al código del virus, buscando pistas que quizás no había notado durante su juventud.
Desentrañando el misterio
Quintero, con su instinto de programador, se sumergió en el código del virus Málaga.
Durante su investigación, descubrió fragmentos que apuntaban a un mensaje oculto en el malware. Con la ayuda de un experto en seguridad, identificó una variante posterior del virus que contenía una pista clara: la frase “KIKESOYYO”, que se traduce a “Kike soy yo”. Este descubrimiento lo condujo a un antiguo compañero de estudios que le reveló que el autor del virus era un tal Antonio Astorga, quien había fallecido. Esta noticia fue un duro golpe para Quintero, pues perdió la oportunidad de agradecerle personalmente.
Sin embargo, la historia no terminó ahí. La hermana de Antonio compartió con Quintero que su nombre completo era en realidad Antonio Enrique, y que siempre había sido conocido como Kike. Esta revelación fue un momento decisivo en su búsqueda, acercándolo más a la verdad y a la memoria de su colega.
El legado de Antonio Astorga
Antonio Astorga, el creador del virus, no solo fue un programador talentoso, sino que también dejó un legado en el mundo de la enseñanza. Tras su paso por la universidad, se convirtió en profesor de informática en un instituto, donde su impacto perduró incluso después de su muerte. El aula de informática del centro educativo fue nombrada en su honor, un tributo a su contribución al campo de la tecnología.
La historia de Astorga va más allá de su vida académica; su hijo, Sergio Astorga, es un reciente graduado en ingeniería de software con un fuerte interés en la ciberseguridad y la computación cuántica. Quintero se sintió profundamente conmovido al cerrar el ciclo de su historia y ver cómo nuevas generaciones continúan construyendo sobre el legado de su antiguo colega.
La conexión con Málaga
La conexión entre Quintero y Astorga es un testimonio de cómo las experiencias pueden entrelazarse a lo largo del tiempo. Ambos estudiaron en la misma universidad, compartieron el mismo amor por la informática y, de alguna manera, sus caminos estaban destinados a cruzarse. Quintero, quien fundó VirusTotal y fue parte de su adquisición por Google en 2012, ha sido fundamental en la transformación de Málaga en un epicentro de la ciberseguridad en Europa.
Su trabajo ha permitido establecer colaboraciones con la Universidad de Málaga, haciendo de la ciudad un verdadero hub tecnológico. La historia de Quintero y Astorga es un recordatorio de que, a menudo, nuestras pasiones y profesiones están interconectadas de maneras que nunca podríamos haber imaginado.
La búsqueda de Quintero no solo lo llevó a descubrir al creador de un antiguo virus, sino que también lo ayudó a reflexionar sobre su propio viaje y el legado que ambos han dejado en el mundo de la informática en Málaga. A través de esta historia, se nos recuerda que cada pequeño paso puede tener un impacto significativo en el futuro.

