Durante una reciente conversación en un podcast, Satya Nadella, CEO de Microsoft, destacó un aspecto crucial que ha pasado desapercibido en la carrera hacia la inteligencia artificial: la escasez de energía. Acompañado por Sam Altman, CEO de OpenAI, Nadella reveló que, aunque la compañía cuenta con un stock de chips disponible, el verdadero obstáculo reside en la capacidad para alimentarlos adecuadamente.
“Tenemos un montón de chips en inventario que no puedo utilizar”, comentó Nadella, subrayando que el problema no es la falta de procesadores, sino más bien la infraestructura energética necesaria para utilizarlos eficientemente.
La infraestructura de energía y su impacto en la inteligencia artificial
Nadella explicó que la situación actual no se debe a un exceso de computación, sino a la insuficiencia de facilidades energéticas que permitan operar los sistemas de inteligencia artificial de manera eficiente. En este contexto, se refirió a las “cáscaras cálidas”, que son edificios de centros de datos vacíos listos para albergar hardware, pero que dependen del acceso a una infraestructura energética adecuada.
Vulnerabilidades en el crecimiento de la inteligencia artificial
El rápido crecimiento de las herramientas de inteligencia artificial ha expuesto vulnerabilidades en el sector. La demanda de capacidad de computación ha superado la capacidad para construir y alimentar nuevos centros de datos. Incluso gigantes tecnológicos como Microsoft, que cuentan con amplios recursos, enfrentan dificultades para mantenerse al día con las necesidades energéticas del sector.
Soluciones innovadoras para los desafíos energéticos
Ante esta situación, algunas empresas, incluidos importantes proveedores de nubes, están explorando soluciones energéticas basadas en energía nuclear para apoyar su rápida expansión. Esta búsqueda de alternativas revela la creciente importancia de la planificación energética dentro de la industria tecnológica.
El papel de la seguridad energética en la competitividad global
Las declaraciones de Nadella reflejan una preocupación más amplia: la infraestructura de inteligencia artificial está poniendo a prueba los límites de las redes eléctricas nacionales. A medida que la construcción de centros de datos se acelera en los Estados Unidos, las cargas de trabajo de inteligencia artificial, que son intensivas en energía, ya están comenzando a influir en los precios de la electricidad para el consumidor.
OpenAI ha instado al gobierno de los EE. UU. a comprometerse a generar 100 gigavatios de nueva capacidad de generación de energía anualmente, argumentando que la seguridad energética es tan vital como el acceso a semiconductores en la competencia con China.
Analistas han señalado que el avance de China en el desarrollo de energía hidroeléctrica y nuclear podría ofrecerle una ventaja en el mantenimiento de la infraestructura de inteligencia artificial a gran escala.
El futuro de los dispositivos de consumo y la inteligencia artificial
Altman sugirió que podría haber un cambio hacia dispositivos de consumo más capaces, capaces de ejecutar modelos avanzados como GPT-5 o GPT-6 localmente. Si la innovación en chips y CPUs logra crear sistemas de bajo consumo, podría desaparecer gran parte de la demanda proyectada para el procesamiento de inteligencia artificial basado en la nube. Este escenario presenta un riesgo a largo plazo para las empresas que han estado invirtiendo fuertemente en enormes redes de centros de datos.
Expertos advierten que este cambio podría acelerar el eventual estallido de lo que algunos describen como una burbuja económica impulsada por la inteligencia artificial, lo que podría amenazar billones de dólares en valor de mercado si las expectativas colapsan.
