En un contexto donde el almacenamiento de datos se expande rápidamente, la ubicación de los centros de datos cobra una relevancia crucial. La eficiencia energética y los costos operativos dependen en gran medida de las condiciones climáticas de cada región. Un estudio reciente indica que muchos de estos centros no están ubicados en zonas óptimas, según las recomendaciones del ASHRAE.
El análisis de datos global revela que de los 8,808 centros de datos activos, casi 7,000 operan fuera de los rangos de temperatura sugeridos, que oscilan entre los 18°C y los 27°C.
Esta situación representa un desafío significativo, dado que muchos centros se encuentran en áreas donde la temperatura promedio supera los 27°C, lo que incrementa la demanda de refrigeración y disminuye la eficiencia energética.
Desafíos de operar en climas cálidos
Por ejemplo, en Singapur, donde las temperaturas alcanzan los 33°C y la humedad supera el 80%, a pesar de las adversidades climáticas, el país cuenta con más de 1.4 gigavatios de capacidad operativa.
Las autoridades han aprobado más megavatios bajo regulaciones de eficiencia más estrictas. Sin embargo, estas condiciones no solo elevan los costos operativos, sino que también ponen a prueba las capacidades de las redes eléctricas locales.
Impacto en el consumo energético
En, se estima que los centros de datos representarán aproximadamente el 7% del consumo eléctrico nacional en países como Estados Unidos. Las proyecciones sugieren un aumento considerable a medida que se expande la capacidad.
Con la creciente demanda de servicios de nube, la presión sobre la infraestructura energética se intensifica. Se prevé que el consumo eléctrico por parte de los centros de datos alcance los 415 teravatios-hora para, lo que representa alrededor del 1.5% de la demanda global.
Este crecimiento en la demanda de energía se traduce en un aumento directo en los costos operativos, lo que genera interrogantes sobre la sostenibilidad a largo plazo de estos centros.
Las decisiones sobre la ubicación de los servidores suelen basarse en la disponibilidad de energía, los costos de electricidad y la accesibilidad al agua y al terreno, dejando en segundo plano la idoneidad climática.
Opciones de refrigeración en evolución
Ante estas presiones, las técnicas de refrigeración están evolucionando. Actualmente, la refrigeración por aire es la más utilizada, representando más del 50% de los sistemas implementados. Sin embargo, la refrigeración líquida está ganando popularidad, especialmente para racks de alta densidad que requieren más de 100 kilovatios. A pesar de su eficiencia, adaptar las instalaciones existentes para este tipo de refrigeración puede resultar costoso.
Perspectivas futuras y adaptaciones necesarias
Con el avance de la tecnología y el crecimiento de las cargas de trabajo de inteligencia artificial, los centros de datos enfrentan un panorama cambiante. Se espera que los sistemas de refrigeración líquida se conviertan en una norma, ayudando a los centros a manejar cargas térmicas más elevadas sin un incremento proporcional en el consumo energético. Por lo tanto, las organizaciones deben reevaluar cómo construyen, enfrían y gestionan sus infraestructuras para cumplir con los desafíos futuros.
La adaptación se vuelve crítica, especialmente en áreas donde el calor extremo podría afectar hasta dos tercios de los principales centros de datos en los próximos años. En países como Nigeria y los Emiratos Árabes Unidos, todos los centros operativos ya se sitúan en zonas con temperaturas superiores al límite recomendado. Esto resalta la importancia de priorizar la eficiencia ambiental a largo plazo en lugar de ceder ante la presión de la demanda inmediata.
La ubicación de los centros de datos es un factor crucial que determina su eficiencia y sostenibilidad. Con un enfoque en la adaptabilidad y la innovación, la industria tiene la oportunidad de mitigar estos desafíos climáticos y garantizar un futuro más sostenible para el manejo de datos a nivel global.

