En el horizonte de la manufactura espacial, Varda Space Industries se posiciona como un pionero al demostrar que la producción en microgravedad no solo es posible, sino que puede convertirse en una rutina industrial. Su CEO, Will Bruey, anticipa que en una década, el envío de medicamentos desde el espacio será tan común como ver caer estrellas fugaces. Este avance no solo representa un hito para la empresa, sino que también abre un abanico de posibilidades para el ecosistema tecnológico y las startups que buscan innovar en un contexto de baja gravedad.
La visión de Varda y su primer éxito
Varda ya ha demostrado su capacidad al traer de regreso a la Tierra cristales de ritonavir, un medicamento para el VIH, convirtiéndose en la tercera empresa en lograr un regreso exitoso de un objeto en órbita. Esta hazaña fue posible tras un arduo proceso regulatorio y marca un punto de inflexión en la manufactura espacial. La cápsula W-1, que tiene un tamaño similar a un cubo de basura, actúa como el contenedor para llevar estos productos a nuestro planeta a través de misiones compartidas de SpaceX, donde se integra con un bus espacial de Rocket Lab que proporciona los servicios necesarios durante el vuelo.
La clave de la producción en microgravedad
La razón detrás de la manufactura de cristales en el espacio radica en la ausencia de las fuerzas que normalmente afectan la formación de cristales en la Tierra, como la gravedad. En un entorno de microgravedad, Varda puede controlar el proceso de cristalización con mayor precisión, permitiendo la creación de cristales más uniformes y estables. Esto se traduce en medicamentos de mejor calidad, con mayor pureza y una vida útil prolongada.
Un modelo de negocio innovador
Bruey enfatiza que Varda no es simplemente una empresa del espacio, sino una compañía que opera en el ámbito de la manufactura en el espacio. Al comparar su proceso con un bioreactor o un horno, sugiere que la principal innovación de Varda es añadir un “control de gravedad” a la producción de medicamentos. En lugar de descubrir nuevas moléculas, su enfoque es maximizar el potencial de los medicamentos ya existentes.
Oportunidades para el futuro
El momento para la manufactura espacial es oportuno. Los lanzamientos espaciales se han vuelto más accesibles y predecibles, lo que permite a Varda planificar su producción con antelación. Con el avance de la tecnología, la producción de medicamentos en el espacio se vuelve cada vez más viable económicamente. Esto es crucial, ya que los costos de transporte deben ser absorbidos por los productos de alto valor, como los medicamentos que pueden costar miles de dólares por dosis.
La teoría de los siete dominós
Al hablar con legisladores, Bruey menciona lo que él llama la teoría de los siete dominós. Este concepto describe cómo cada avance tecnológico en la industria espacial puede desencadenar otros logros. Por ejemplo, el primer dominó es el lanzamiento de cohetes reutilizables, un hito ya alcanzado. El segundo es la fabricación de medicamentos en órbita, y el tercer dominó, que es crucial, implica llevar estos medicamentos a ensayos clínicos. Esta cadena de eventos podría crear una demanda perpetua de lanzamientos, lo cual es un cambio radical en comparación con empresas que solo necesitan un número limitado de lanzamientos para poner en órbita sus satélites.
A medida que Varda escale su producción, los costos de lanzamiento disminuirán, lo que permitirá la creación de más medicamentos y, a su vez, fomentará una mayor demanda. Bruey imagina un futuro donde el costo de enviar a un empleado al espacio para trabajar en la producción de medicamentos será más bajo que mantenerlo en la Tierra. Este escenario transformará la percepción de la manufactura espacial.
Desafíos y logros
El camino hacia la manufactura espacial no ha estado exento de dificultades. En junio de, Varda lanzó su cápsula W-1, que realizó exitosamente la producción de cristales durante su tiempo en órbita. Sin embargo, enfrentaron un obstáculo significativo cuando no lograron obtener la aprobación para regresar la cápsula a la Tierra durante seis meses. Este retraso se debió a la falta de coordinación entre las autoridades de la FAA y el rango de pruebas militares, lo que puso en peligro la misión.
Finalmente, en febrero de, logró aterrizar en el rango de Utah, convirtiéndose en la primera misión comercial en aterrizar en un rango militar bajo el nuevo marco de licencias de la FAA. Este éxito no solo establece un precedente para futuras misiones, sino que también abre la puerta a la realización de pruebas hipersónicas, donde su cápsula puede ser utilizada para evaluar materiales y equipos en condiciones extremas, lo que representa un atractivo para las agencias de defensa.
Con el financiamiento obtenido en su última ronda de inversión, Varda se encuentra en una posición sólida para expandir su laboratorio farmacéutico y explorar nuevas moléculas en el futuro. Si todo sale como Bruey espera, Varda podría ser un catalizador en la revolución de la manufactura espacial.


