La empresa japonesa ispace está en la recta final de su segundo intento de aterrizaje en la luna, tras haber entrado en órbita lunar hace más de una semana. Su módulo de aterrizaje, denominado Resilience, se encuentra actualmente a aproximadamente 100 kilómetros sobre la superficie lunar, realizando maniobras para posicionarse adecuadamente para el aterrizaje programado.
Un viaje lleno de desafíos
Desde su lanzamiento a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX en enero, la misión Hakuto-R ha enfrentado numerosos desafíos. A diferencia de su compañero de viaje, el módulo Blue Ghost de Firefly Aerospace, que logró aterrizar en la luna el 2 de marzo, ispace ha optado por un trayecto más largo para ahorrar combustible, lo que ha añadido complejidad a su misión. Esta estrategia ha permitido a ispace acumular experiencia operativa, crucial para el éxito del aterrizaje.
Preparativos para el aterrizaje
El aterrizaje está programado para el 5 de junio a las p.m. ET, y se espera que la cobertura en vivo comience una hora antes. Este evento marcará el segundo intento de la compañía, luego de un primer intento fallido en abril de 2023, cuando el módulo se quedó sin combustible y se estrelló en la superficie lunar. El CEO de ispace, Takeshi Hakamada, expresó su orgullo por los logros hasta ahora y la importancia de las maniobras críticas realizadas para entrar en órbita lunar.
El entorno lunar y sus desafíos
Aterrizar en la luna es una tarea complicada, como lo demuestra la experiencia de otras empresas. Aunque Firefly tuvo éxito, Intuitive Machines no logró un aterrizaje exitoso poco después, terminando de lado en un cráter. La falta de atmósfera en la luna significa que no hay resistencia para frenar el descenso de una nave espacial, lo que complica aún más el proceso. Además, la ausencia de sistemas GPS en la luna obliga a los ingenieros a realizar cálculos precisos desde 239,000 millas de distancia.
Expectativas y experimentos en la superficie lunar
Si la misión Hakuto-R logra aterrizar con éxito, el módulo Resilience llevará a cabo experimentos en la superficie lunar durante dos semanas antes de apagarse para enfrentar la brutal noche lunar, donde las temperaturas pueden descender hasta -270 grados Fahrenheit. Este periodo de inactividad es crucial, ya que no muchos dispositivos pueden sobrevivir a tales condiciones extremas.
Mientras tanto, el módulo Resilience se mueve a velocidades que oscilan entre 3,200 y 6,700 km/h, mientras los ingenieros de la compañía realizan maniobras de corrección de vuelo para ajustar su trayectoria y energía. La misión no solo representa un avance tecnológico, sino también un paso significativo en la exploración espacial privada, donde los sueños y la innovación se entrelazan para enfrentar los desafíos del espacio.