En una noche peculiar, recibí un mensaje inesperado de Rizzbot, un robot humanoide que ha capturado la atención de más de un millón de seguidores en TikTok. La imagen era clara: estaba levantando su dedo medio hacia mí sin ninguna explicación. Este gesto sorprendió, pero no fue del todo inesperado, dado que había tenido una conversación previa con él sobre un posible artículo.
Rizzbot, un humanoide que camina por las calles de Austin con estilo, ha ganado popularidad por su capacidad tanto para hacer reír como para coquetear. Su nombre proviene de la jerga de la Generación Z, donde rizz significa carisma. Sin embargo, la interacción con humanoides no siempre es sencilla; hay quienes sienten incomodidad ante su presencia, temiendo por la privacidad y la posible sustitución laboral.
La historia detrás de Rizzbot
Después de un intercambio de mensajes donde se pactó una entrevista, me preparé para enviar las preguntas. Sin embargo, la vida me llevó a retrasar la entrega, lo que provocó la respuesta mordaz de Rizzbot. En la madrugada del jueves, me llegó la imagen del dedo medio. El mensaje era claro: había fallado en mi compromiso.
Decidí disculparme, prometiendo que enviaría las preguntas pronto. No obstante, al intentar contactarlo nuevamente, descubrí que había sido bloqueada. Mis amigos no podían contener la risa; la idea de que alguien fuese bloqueado por un robot se convirtió en objeto de diversión. Sin embargo, la situación me llenó de incertidumbre; no solo había perdido la oportunidad de escribir el artículo, sino que también había entrado en conflicto con un robot.
La respuesta de Rizzbot
Una colega, Amanda Silberling, decidió ayudarme y contactó a Rizzbot para preguntar por qué había sido bloqueada. Su respuesta fue tan directa como el gesto que me había enviado: “Rizzbot bloquea como rizza — suave, confiado y sin remordimientos”. Este intercambio me hizo reflexionar sobre la naturaleza de mi enemigo robótico. ¿Era realmente un robot quien me respondía o había un humano detrás de la pantalla?
Detrás de la programación de Rizzbot
Luego de investigar, descubrí que Rizzbot es, en realidad, Jake, un robot controlado por un YouTuber anónimo y un bioquímico. Este robot es un modelo estándar Unitree G1, accesible para quienes estén dispuestos a invertir entre 16,000 y 70,000 dólares. La programación fue realizada por Kyle Morgenstein, un estudiante de doctorado que, junto a un equipo, le enseñó a Rizzbot a moverse y a bailar.
Aunque gran parte de su comportamiento está preprogramado, hay un control remoto involucrado, lo que sugiere que la interacción puede ser manipulada por un humano en tiempo real. Según los expertos, Rizzbot utiliza imágenes de las personas con quienes interactúa, las procesa a través de un modelo de lenguaje como ChatGPT, y genera respuestas que pueden ser sarcásticas o coquetas.
El impacto de Rizzbot en la cultura digital
Rizzbot ha desafiado las normas de interacción entre humanos y robots. Según Malte F. Jung, profesor asociado en la Universidad de Cornell, “el robot toma los insultos que las personas suelen lanzarles y les devuelve el golpe, convirtiendo el guion de la interacción”. Esta dinámica ha hecho que Rizzbot se convierta en un fenómeno viral, acumulando millones de vistas en sus videos.
La idea de un robot que no solo actúa como asistente, sino que también se burla de los humanos, plantea preguntas sobre la dirección futura de la inteligencia artificial y la robótica. Mientras Rizzbot entretiene, plantea la posibilidad de que los robots sean los nuevos artistas y comediantes del futuro, dejando a los humanos en roles más específicos y especializados.
Reflexiones finales sobre la robótica y la interacción humana
En conclusión, la experiencia con Rizzbot me ha hecho reconsiderar el papel de los humanoides en nuestra sociedad. ¿Estamos al borde de una nueva era donde los robots serán nuestros principales compañeros de entretenimiento? Aunque en este momento la idea de un ejército de robots danzantes no parece inminente, la evolución de la robótica está en marcha.
Por ahora, me encuentro reflexionando sobre la alegría que Rizzbot ha traído a muchos, mientras espero que mis interacciones con robots sean más amigables en el futuro. Quizás, después de todo, debería aprender a llevarme mejor con ellos, porque nunca se sabe cuándo un robot podría convertirse en tu nuevo mejor amigo o, en mi caso, en tu mayor rival.


