En un día gris y nublado de marzo de 2022 en Ámsterdam, el CEO de Stellantis, Carlos Tavares, se plantó ante un grupo de periodistas y analistas para compartir su ambicioso plan hasta 2030. Con una visión audaz, Tavares prometió generar 20 mil millones de euros en ingresos por software y transformar la estructura de distribución de la compañía. Pero, ¿qué ha pasado desde entonces? La realidad ha sido más complicada de lo que se esperaba.
El Plan de Tavares y su Desenlace
El CEO de Stellantis presentó un plan que prometía un futuro brillante para la compañía, con la meta de que los vehículos eléctricos representaran el 100% de las ventas en Europa y el 50% en Estados Unidos para 2030. Sin embargo, más de tres años después, los resultados son preocupantes: Stellantis reportó una pérdida neta de 2,3 mil millones de euros en la primera mitad de 2025, tras un ajuste contable de 3,3 mil millones relacionado con esos planes. ¿Cómo se llegó a este punto?
Las palabras en la web de la compañía son reveladoras: “Muchos de nuestros objetivos de Dare Forward 2030 se han vuelto cada vez más desafiantes ante las tendencias actuales del mercado y las políticas gubernamentales”. Y no se trata solo de Stellantis; marcas como Volvo y Ford también han enfrentado pérdidas significativas, lo que sugiere que estamos ante una crisis más amplia en la industria automotriz.
La Crisis Automotriz y los Nuevos Desafíos
La industria automotriz está atravesando una transformación radical. Con la caída de las ventas de vehículos de combustión interna y la creciente competencia de fabricantes chinos, muchas compañías tradicionales deben adaptarse a marchas forzadas. El panorama competitivo ha cambiado drásticamente, con empresas como BYD y Chery emergiendo como fuertes contendientes en el mercado global de autos eléctricos. ¿Te imaginas cómo sería tener que competir con marcas que están revolucionando el sector?
El problema principal es que, excepto unos pocos, la mayoría de los fabricantes de automóviles no tienen una estrategia clara para enfrentar estas presiones. La necesidad de planes a largo plazo es crucial, dado que el desarrollo de un nuevo modelo automotriz puede tardar entre cuatro y cinco años. Sin embargo, el mercado se mueve a una velocidad vertiginosa. Adrian Hallmark, CEO de Aston Martin, lo resume así: “Ahora, escribes un plan, lo tiras y solo esperas”.
Los costos de producción y las tarifas arancelarias han subido, creando un entorno en el que las empresas automotrices deben actuar rápido para no quedar atrás. Por ejemplo, Porsche ha advertido que su modelo de negocio, que ha sido exitoso durante décadas, ya no es viable tal como está debido a los cambios en el mercado. ¿Qué significa esto para el futuro del automóvil?
La Respuesta de los Fabricantes de Automóviles
Con la presión sobre las ganancias en aumento, los fabricantes de automóviles buscan nuevas formas de generar ingresos, especialmente a través de modelos de suscripción y servicios digitales. Sin embargo, muchos de estos esfuerzos han sido recibidos con escepticismo por parte de los consumidores, quienes no están dispuestos a pagar por características que antes se ofrecían gratuitamente. ¿Es este el futuro que los consumidores realmente desean?
BYD, por ejemplo, ha decidido no seguir el modelo de suscripción, lo que representa un desafío para los fabricantes occidentales que han apostado por este enfoque. En contraste, Tesla ha optado por monetizar características como la conducción autónoma, aunque los resultados han sido mixtos hasta ahora. ¿Realmente vale la pena pagar por estas innovaciones?
A medida que la industria sigue enfrentando estos desafíos, queda claro que los fabricantes de automóviles deben encontrar un equilibrio entre la innovación y la sostenibilidad financiera. La necesidad de adaptarse a un nuevo entorno competitivo es más urgente que nunca, y aquellos que no lo logren podrían quedar rezagados en un mercado que evoluciona a pasos agigantados.