Los árboles reducen las emisiones de CO2, ponen freno al calentamiento global, dan sombra, embellecen, dan un respiro a los centros urbanos asfixiados por el consumo de suelo y estrangulados por el polvo. ¿De verdad lo hacen?. El debate en torno a los efectos beneficiosos de los árboles sobre la contaminación y el cambio climático está muy caliente.
Hay destinos de estudios científicos ahora, que muestran la eficacia de las plantas como una herramienta para «salvar» el planeta, hay otros que seriamente las cuestionan.
¿Es la mejor estrategia plantar nuevos árboles?
Recientemente, el CNR encontró un resumen razonable en respuesta a una controversia surgida sobre la publicación, por la Bbc y recogido en Italia por un servicio Tg1, » Para detener todas nuestras emisiones, la forestación ya no es suficiente», dice CNR, pero está comprobado que» si dejáramos de talar árboles reduciríamos nuestras emisiones anuales en aproximadamente un 10% «.
Por lo tanto, debemos preservar lo existente, explican los investigadores, o al menos esta es una de las estrategias en el medio ambiente de las instituciones de todo el mundo: entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se encuentra «hacer que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, resilientes y sostenibles» reemplazando la «infraestructura gris » (consumo de tierras) por las verdes.
El último informe de la Comisión Europea presentó como un pilar de Green Deal- el proyecto verde que tiene como objetivo cero emisiones de gases de efecto invernadero para 2050 – plantando tres mil millones de tambores para 2030. Y ese número casi mágico, los tres, También lo encontramos en una campaña lanzada por el Foro Económico Mundial en Davos que tiene como objetivo siempre en diez años, tener billones más de árboles, concentrados principalmente en centros urbanos.
Porque si bien la absorción de CO2 en las grandes ciudades por las plantas es importante pero no es suficiente, también es cierto que los árboles pueden disminuir la temperatura porcentual del entorno en el que se plantan hasta 2 grados centígrados.
Según el reciente informe del Intergovernmental Panel On Climate Change (IPCC), el calentamiento global debería tener 1 mil millones de hectáreas más de bosques en 1,5 grados centígrados para 2050. Plantas que, según un estudio publicado en la revista Science y realizado por un grupo de investigación en el ETH Zurich, podrían absorber alrededor de 200 mil millones de toneladas de carbono, o dos tercios de las emisiones de las actividades humanas.
No faltan números y estrategias a largo plazo, pero el camino está luchando por despegar. No faltan ejemplos virtuosos en todo el mundo, pero los procesos de intres siguen siendo esporádicos y poco estructurales. Muchas ciudades como Singapur, Londres, Barcelona, Milán, París – sólo por nombrar algunas – están sembrando millas de árboles, pero el camino sigue siendo largo.
Mirando sólo a la Italia los datos anuales de Istat fotografían una realidad aún amarga . Aunque los residentes de las capitales de provincia de nuestro país tienen en promedio 31,7 metros cuadrados de verde por cabeza (un valor muy por encima del mínimo definido por el Ministerio de Medio Ambiente equivalente a unos 11 metros), el crecimiento de este parámetro a lo largo de los años es muy bajo: 60 centímetros cuadrados por habitante de 2011 a 2017.
Y si tenemos en cuenta que la mayor parte de la vegetación de nuestras ciudades está compuesta por siglos de edad y grandes parques preexistentes, y que debe muy poco a las reposiciones recientes, cerramos el círculo. Las declaraciones de intenciones no son suficientes, ya que la última del Presidente del Consejo es que quiere plantar millones de árboles -uno por habitante- pero necesitamos una acción sistémica.
